Blogia
R I O B I B Í - L I T E R A R I O

LA VIGENCIA DEL MICRORELATO

Por Angel Maldonado Acevedo

Cuento breve, minicuento, mini relato, relato pigmeo, cuento brevísimo, son varios términos para definir lo que es un género que ha cautivado a notables sectores de la narrativa hispanoamericana contemporánea.
En el mundo de la literatura siempre ha habido una buena disposición hacia lo breve. En la poesía tenemos el soneto, el madrigal y el haiku. En la prosa de reflexión el aforismo y la fábula. Estos géneros, aunque breves, se caracterizan por el rigor del discurso y por una doble cualidad de precisión y a la vez de múltiples sugerencias de significados. Detrás de la aparente sencillez existe un profundo pensamiento.
En la literatura española escritores como Ramón Gómez de la Serna fue un artífice consumado de la brevedad. Mientras que Jorge Luis Borges llevó el texto breve a una insospechable altura literaria. Ramón Gómez de la Serna escribió sus greguerías que no son otra cosa que ensayos de una intensidad antes insospechada. Los textos de Borges han contribuido a fundar la literatura contemporánea de Hispanoamerica. El argentino universal contribuyó a la popularidad del género en sus memorables Cuentos Breves y Extraordinarios.
Igualmente podemos decir de los textos de los argentinos Enrique Anderson Imbert y Marco Denevi y del mexicano Juan José Arreola. En Puerto Rico hay dos casos extraordinarios de autores que en ocasiones escogieron el mini cuento como expresión literaria. Estos son José Luis González y Pedro Juan Soto.
Ya en el Siglo de Oro nos decía Gracián que lo breve si breve, dos veces bueno. En los tiempos de la aceleración que vivimos, para citar al filósofo de las comunicaciones Paul Virilo, cobra sobrada vigencia esa expresión.
Para los lectores que sienten curiosidad literaria, pero aborrecen o se duermen ante los largos textos, el minicuento ha venido a ser una salvación. El mini relato es una lectura propia para trenes, para aviones, salas de espera y esos otros lugares de la vida cotidiana donde la espera y la impaciencia se hacen nuestras aliadas. Para los escritores impacientes, y los vagos, el minicuento ha venido a ser una empresa de lo posible. La brevedad obliga a la profundidad por aquello de no hacer quedar mal al célebre Baltazar Gracián.
El minicuento ha tomado un considerable auge recientemente. Una figura emblemática lo es el escritor guatemalteco Augusto Monterroso. Se dice, aunque estoy por confirmarlo, que es el autor del cuento más breve que se ha escrito en la historia. El famoso Dinosaurio.

Cuando despertó todavía el dinosaurio estaba allí.

La fama de este cuento se debe a un comentario de Italo Calvino escrito en su famoso ensayo Seis propuestas para el próximo milenio. Cuento breve, escrito en una sola frase sobre la cual se monta un discurso concentrado, pero también abarcador.
Lo cierto es que el minicuento ocupa cada día el interés de un número mayor de escritores y lectores. Las revistas y lugares literarios cibernéticos han impulsado esa popularidad.
Tal parece que el relato breve llegó para quedarse en la era de la rapidez y de la liviandad para volver a citar a Virilo y a Italo Calvino. El mini cuento se apoya y se sustenta, por lo tanto, en las características fundamentales de nuestra era que son la concentración y la velocidad. Se ajusta a espacios de tiempos múltiples, alterando la linealidad narrativa tradicional. Su espacio narrativo arranca atisbos a la nada, casi para crear un mundo en el vacío.
Pero no ha sido tan fácil. La brevedad del género brevedad requiere unas exigencias estilísticas y de discurso que se acomoden a los propios reclamos de esa narrativa. La dificultad se acentúa en la medida en que el minirelato se fabrica en los linderos del ensayo breve, del poema breve, del chiste, de la anécdota trivial, del sketch cómico televisivo y hasta del comic. Tenemos que saber distinguir entre un mini relato y un mini ensayo.
De manera que no es sólo la brevedad y el tiempo requerido para la lectura en caso del lector y la escritura en caso del autor. Se trata de ser breve pero ser certero, profundo, de recoger en un vocabulario limitado, el transcurso de un tiempo en el que se suceden los eventos que se narran. Se trata de elaborar sugerencias, transiciones, evocaciones, mundos reales o soñados en el espacio de unas cuantas oraciones. Cuando se tienen todas las páginas posibles no hay problema, pero cuando las exigencias estéticas y estilísticas del género reclaman espacios reducidos para tanta creación la situación se le pone difícil al escritor.
Como dice Enrique Anderson Imbert "la brevedad del cuento tiene la virtud de ceñirse a los impulsos cortos de la vida". Los asuntos verdaderamente memorables ocurren en un instante: un beso, una mirada, un accidente, un grito de espanto, el recibimiento de un premio, el paso de un ave, la visión del atardecer, todas son experiencias momentáneas, que se nos graban en la memoria. También otros impulsos negativos, como los actos de violencia personal, etc., etc.
Según David Lagmanovich las caracaterísticas del micro relato son las siguientes:
Es irrelevante su relación con el mundo natural, pero obligatoria su vinculación con la naturaleza humana . (La fantasía, la imaginación, pero en el fondo hay un referente a la condición del ser humano). Enfoca un evento o incidente individual, o sea, no es una generalización. (Siempre hay un actor personal aunque se exploren dimensiones abarcadoras. Vean el ejemplo en el caso del cuento de Monterroso que acabamos de citar). Marca el paso del tiempo sobre todo a través de formas verbales y adverbiales y la distancia entre el tiempo interno de la narración y el de la producción y lectura del texto, evitando así los rasgos de intemporalidad. (¿Cuándo y dónde ocurre el cuento de Monterroso? ¿Quién es el protagonista o actor principal del cuento? ¿Qué experiencia humana se deriba del cuento de Monterroso? ¿Qué formas verbales se utilizan para marcar el paso del tiempo? Podría definir el evento central del cuento? ¿Cómo distinguiríamos un mini cuento de un mini ensayo?

He aquí un ejemplo de mi propia creación:

En el parking lot no pasa nada. Los automóviles van saliendo de sus respectivos espacios demarcados con tinta amarilla en riguroso orden. En la casilla se ilumina una bombilla roja cada vez que el brazo del robot oprime el botón. Al otro lado de la calle, en un cubículo que semeja una estación de pasajeros, los conductores esperan para reiniciar el viaje de regreso a sus hogares.

Este podría calificarse como un minicuento postmoderno. No hay un actor, sino un grupo de personas que esperan a que sus autos salgan del estacionamiento. La pasividad del actor humano como espectador, dejando el espacio a la máquina automatizada habla con claridad de la condición de los espacios enajenados de la experiencia. Podemos referir las preguntas sobre el cuento anterior a esta pieza.

Todos los mencionados son elementos que debería considerar todo lector que se asoma a la obra brevísima desde la óptica de fácilmente asimilable. Asumir la lectura seria del minicuento conlleva aprehender un discurso cuyos deslindes se escapan en la miniatura. Como ocurre en la realidad física, la óptica de lo pequeño, requiere de un lente más poderoso. Su brevedad no niega, ni la vastedad ni la multiplicidad de sus sugerencias. Es un género que aunque breve, nos permite más de una lectura y en cada una de ellas podremos descubrir mundos nuevosnull

1 comentario

Sergio Gaut vel Hartman -

Ángel. Soy Sergio Gaut vel Hartman, escritor y editor argentino. Estoy preparando, para Ediciones Desde la Gente de Buenos Aires, un libro de cuentos breves, uno por página (máximo 25 líneas de word, 1500 caracteres aprox.) que saldrá en el verano austral. Te invito a participar. Ya tengo material de autores muy importantes.

Saludos.
Sergio.