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R I O B I B Í - L I T E R A R I O

Manos y corazón, mujeres para la historia

Manos y corazón, mujeres para la historia    Tiene razón la profesora Sandra Enríquez cuando en el prólogo de esta colección dice que estas historias se interceptan con la historia oficial, tal como la conocemos, tal como nos la han enseñado en la escuela. Esta colección de breves ensayos se inserta en la tradición de la nueva historiografía que busca rescatar el lugar de los que han pasado sin historia y asignarle roles, protagónicos o no protagónicos, a los personajes que han  sobrevivido en las memorias, en especial en las memorias de la marginalidad.   En tiempos cuando todo lo que hacemos está marcado por el glamour y el soporte mediático,  los personajes de estas historias nos devuelven la verdadera dimensión y valor de las historias cotidianas.      Yo me he acercado a estas historias con un ojo estrictamente aficionado. He buscado en ellas los resquicios o filones de una tradición que me pertenece, por ser hijo de una madre campesina que recogió café, hiló tabaco, preparó leña para las hogueras y cosió guantes.    Estas historias tienen una gran riqueza, pues nos dan la certidumbre de que la vida de nuestra sociedad se ha construido sobre el trabajo de las mujeres, en las distintas épocas.    Si miramos las historias en su sencillez individual, viendo el cuadro de cada mujer, podemos acercarnos al palpitar de la vida en la formación de muchas familias. Si nos acercamos desde una mirada panorámica, podemos ver estas historias como el conjunto del esfuerzo de nuestras mujeres por construir un mundo que al final de cuentas erigió al varón como protagonista en la mayoría de nuestras historias oficiales. De una u otra forma, estamos ante un mensaje claro.  La mujer del campo puertorriqueño fue, desde los comienzos del pasado siglo y hasta nuestros días, un ente social altamente productivo.  Sus manos forjaron la crianza de los hijos, labraron la tierra, educaron a generaciones y dieron brillo a la cultura a través de sus obras artísticas.  En esta colección brillan los múltiples oficios, a saber: tejedoras, labradoras, recogedoras de café, leñadoras para la preparación de hogueras de carbón vegetal,  despalilladoras y cultivadoras de tabaco, propietarias de pequeñas fincas, artesanas, artistas, maestras, universitarias, líderes revolucionarias, dirigentes comunitarias,  espiritistas y tal vez uno de los más nobles oficios, el de comadronas y curanderas.    También se nos presenta el rol de la mujer emigrante y hasta el de una pescadora en uno de los lagos de la región central. Hay mujeres de épocas pasadas, centenarias, y mujeres jóvenes, en sus treinta.  Tal parece que el coraje, el ahínco, la pasión y la entrega de nuestras mujeres de generaciones pasadas sobrevive todavía en valientes muges que enfrentan los retos de crear su propio entorno económico como agricultoras  o como artistas. La falta de formación académica de muchas de las mujeres atendidas en estas semblanzas está sustituida por una gran imaginación que unida a un estoicismo y a una fortaleza indescriptible, les dan rango de verdaderas heroínas a algunas de estas mujeres. No es fácil criar los hijos, alimentarlos, trabajar en las talas de tabaco mano a mano con los hombres.  Aunque no lo dicen las historias, es posible que detrás del progreso económico de muchos hombres estuviera la tenacidad de una mujer. Así vemos como María  realizaba varias labores en la finca, sembraba habichuelas, maíz, frutos menores además de recoger la hoja del tabaco. Todas estas tareas iban unidas a las domésticas de alimentar, cocinar y criar una familia. P. 63. De una lectura de estos textos se ve cómo la mujer era eje de la producción en todas las épocas.  A medida se iban dando las transformaciones desde el punto de vista social y económico la mujer estaba presente como actor principal en el proceso de producción. Así ocurría en los períodos de la cosecha de café, en el auge del tabaco o de los talleres de costura.  Se muestra así una capacidad de aprendizaje y adaptación de la mujer puertorriqueña, una manera de ajustarse a los tiempos impulsadas por la necesidad de contribuir al bienestar de la familia. Algunas de las mujeres entrevistadas son conocidas por ser ejemplos en la comunidad con historias que han trascendido el plano familiar.  Tal es el caso de doña Chenda Cancel en Utuado, Tinti Deyá en Adjuntas y Lissette Alvarez, cantante y profesora de este colegio.  Otras trascendieron el marco provinciano a través de actos heroicos como lo fue Blanca Canales una de las principales protagonistas del levantamiento nacionalista en Jayuya.   Agradecemos a la profesora Sandra Enríquez el que haya motivado a sus estudiantes a entrar en estas historias.   Estoy seguro de que algunos de ellos serán tocados por ese viaje al seno de las historias familiares.  Es posible que tras este proyecto y la nota que recibirán de la profesora Enríquez alguno que otro retorne por esos caminos.  Esta es una forma de hacer patria, de crecer como individuos y de fortalecer la institución que propicia esos encuentros, la Universidad de Puerto Rico en Utuado.  (Ángel Maldonado Acevedo)

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