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R I O B I B Í - L I T E R A R I O

El Viejo Yumurí

Porque todo se acaba en esta vida
nos quedan los recuerdos más hermosos
los paisajes de ayer que ya borrosos
nos lanzan su inocente despedida.

Porque marchamos
de paso por las cosas de la vida
rincones del cariño siempre abiertos
a donde algunas tardes van llegando
olvidados y viejos pasajeros.

Por eso no me extraña que la sala
hallan llegado todos mis amigos
y que brille la luz de la rockola
con los suaves boleros más queridos.

Ni me asombra que toquen a la puerta
algunos visitantes conocidos
que rumban su alegría sabatina
en aquel escenario que no olvido.

Pero hay alguien que recuerdo más que a nadie
en la acera de enfrente pensativo
y que mira a través de los cristales
aquel mundo de ensueño y de delirio.

El muchacho que fui no lo ha olvidado
El viejo yumurí vive conmigo.

Barco a la deriva

El verano está cerca
y la voz de las olas toca a la puerta.

Las pobladas orillas se anuncian
como una bendición

Pero es temprano todavía
para soñar
pues no sé si este año
regresarán tus ojos sedientos de la tarde
a este lugar de súplica
y marismas secretas
que abandonaron viejos tiempos.

Mientras tanto
escucho ese bolero que hace la certidumbre
de todos mis deseos
y me preparo como puedo
para los desafíos del verano
pensando que vendrás
y que serás la misma
alocada muchacha de mirada perdida
que soñé alguna vez.

Hoy

Hoy no creo en nada
O es que estoy tan satisfecho
Que creo todo, que nada pongo en dudas.

Hoy es como vivir sin vivir
Como ir desgajándose
Entre minutos sin zozobra
Y que la vida escoja los caminos.

Hoy es como caminar en redondo
por la dicha
Sin sueños sin preguntas
Y sin brújula.
Hoy es vivir.

VOLVERAS

Te sueño y nada puedo hacer
si no siguiéndote soñando.
La mañana dibuja nuevas caras
en claridades donde busco
aquel celaje que intrigó mi noche.

¿Quién eres?

Me sigo preguntando a cada hora
mientras el día levanta distancias
del rostro que se apaga.

¿Quién eres?

La noche vuelve y todavía
Algún celaje de pasión toca a mi puerta.
¿Volverás esta noche?
La pregunta
flota en el crepúsculo.

¿Volverás?

Y hay un silencio indescifrable
que siembra la esperanza.

Volverás.

LA MUSA DEL OCASO

Te ibas a la hora del ocaso
y yo también marchaba a mi aposento.
Eramos dos silencios y un aliento
cuya dicha moría paso a paso.
No sé decirlo de otro modo, acaso
perdí la lumbre del entendimiento
de tanto divagar. Cuando lo siento
ahora que ya todo es un fracaso.
Me quedó una canción de aquel instante
algo que se salvó del rutilante
mundo de las espinas y las rosas.
El resumen de haber querido tanto
es un papel borrado por el llanto
en el libro de tantas otras cosas.

LUCHA AMBIENTAL EN PUERTO RICO
ENTREVISTA A ALEXIS MASSOL DIRIGENTE DE CASA PUEBLO

Casi 25 años de lucha y arduo trabajo comunitario y ambiental, no parecen haber mermado el entusiasmo y el coraje de Alexis Massol, inspirado portavoz de Casa Pueblo, institución que ha levantado desde Adjuntas, ciudad en el centro geográfico de Puerto Rico, un valioso capital social que ya es reconocido en muchas partes del mundo y que se ha convertido en ejemplo para otras organizaciones del país que luchan por la protección del ambiente, el manejo sustentable de los recursos y los derechos de las comunidades a disfrutar de una vida en paz y progreso.
Nos acercamos a Casa Pueblo un sábado en la mañana. Desde muy temprano Alexis y Tinti Deyá, su esposa y compañera de luchas frente a Casa Pueblo, atendían a un grupo de estudiantes de la Universidad del Sagrado Corazón que habían llegado hasta Adjuntas acompañando a dirigentes ambientalistas de Estados Unidos, Alemania, Francia. Con el entusiasmo de las proyecciones internacionales que va tomando el trabajo de Casa Pueblo, Alexis Massol, ingeniero de profesión, laureado internacionalmente por su trabajo en la protección del ambiente, nos habla de un proyecto que tuvo sus inicios en la oposición a la explotación minera y cuyas gestiones hoy abarcan proyectos de autosustentabilidad económica como el Café Madre Isla y el establecimiento de santuarios ecológicos y ambientales en el corazón de la montaña puertorriqueña.
Uno de los aspectos de la organización Casa Pueblo es que a pesar de realizar su trabajo en Adjuntas se ha proyectado con eficacia tanto dentro como fuera del país. Sobre el particular nos dice Massol: “Nosotros somos ciudadanos puertorriqueños, pero nos sentimos ciudadanos del planeta tierra. A través de 24 años hemos establecido contactos con personas de otros países, al principio nos ayudó en un principio la lucha antiminera. Más tarde el premio Goldman nos permitió proyección internacional. Recientemente hemos sido mencionados por la Publicación National Geographic. Además tenemos relaciones con Sierra Club de los Estados Unidos, la mayor organización protectora del ambiente en los Estados Unidos; tenemos un convenio con el Smithonian Institute de Washington para crear una parcela permanente de monitoreo en el Bosque del Pueblo, tenemos contactos fructíferos con organizaciones de Francia, Alemania todo lo que representa un vínculo de solidaridad y aprendizaje. En Puerto Rico, dice Massol, se ha establecido convenios de coopración entre el Recinto de Mayagüez de la UPR y Casa Pueblo para establecer en Adjuntas el Instituto de Biodiversidad, entre cuyas tareas están proveer educación a estudiantes de la Escuela Washington Irving. Este Instituto fue creado por el hijo de Massol, Arturo, quien es profesor de UPR Mayagüez y quien se crió y educó en las luchas y trabajos de sus padres frente a Casa Pueblo.
Hemos sentido la solidaridad de otros país a través de contactos y comunicaciones con organizaciones de África del Sur y Francia para el manejo de los recursos naturales.”
El trabajo consecuente de Casa Pueblo ha servido de ejemplo a otras comunidades en el país arrasado por desarrolladores inescrupulosos y políticos inconsecuentes. Hoy se proyecta en el país un tejido de comunidades que se enfrentan diariamente a desarrollos inescrupulosos y atentados contra la seguridad y la paz de las comunidades. Casa Pueblo, nos dice Massol, ha establecido vínculos de solidaridad y de aprendizaje con grupos de Cabo Rojo, Piñones, Rincón, Vieques.
Le preguntamos a Massol sobre la ingerencia de los vaivenes políticos locales en los trabajos de Casa Pueblo. Su respuesta es clara y la misma deja entrever las razones de éxito de Casa Pueblo como institución sólida. “En un principio en la lucha antiminera había miedo y represión, pero a lo largo de todos estos años se ha desarrollado una transformación halagadora y humana. Nos sentimos apoyados por nuestro pueblo. Puso como ejemplo el éxito del Instituto de Biodiversidad en la Escuela Washington Irving, donde tanto los estudiantes como los padres participan. Otro ejemplo lo es el apoyo al producto que contribuye a sostener económicamente a la institución: el Café Madre Isla, cultivado en una finca propiedad de la institución y cuyo procesamiento se realiza en el beneficiado de Casa Pueblo. Un café cuya fama ya se ha extendido a todo el país.
Por otro lado el liderato político parece respetar y respetar el trabajo realizado en Adjuntas por los voluntarios de Casa Pueblo. Massol es claro en describir la relación con los poderes civiles. “El asunto nuestro es que nos hemos desarrollado con voz propia hemos tratado de ser independientes, alejarnos de los partidos, de los políticos y del mismo gobierno, mantener una relación cuando se puede y cuando es necesaria. Siempre ha tratado de haber intervención, pero la hemos mantenido alejada. Eso nos ha dado una buena relación de igual a igual con el representante Ramón Ruiz, con los alcaldes de Adjuntas, Utuado, Jayuya con los senadores. Estos han respetado a Casa Pueblo. También el Secretario de Recursos Natuales y el Director de la Junta de Calidad Ambiental. Nos respetamos mutuamente. Nosotros siempre intervenimos por el bien común. Si tenemos que caminar juntos, caminamos, si tenemos que caminar solos lo hacemos cuando el bien común se ve afectado estamos al lado del pueblo.”

PROYECTOS PRESENTES Y FUTUROS

En el presente Casa Pueblo está pasando por un proceso de transformación y de nuevos retos, que incluyen el de crear una nueva unidad de bosque en La Olimpia, cerro donde nace el Río Grande de Arecibo, afluente de importancia estratégica como fuente de agua potable para amplios sectores del norte del país. La creación de esta nueva unidad que estamos impulsando con ahínco se une al plan de establecer un corredor ecológico que una a este con el Bosque de Guilarte, los Tres Picachos, Toro Negro. De acuerdo a Massol es fundamental establecer estrictos parámetros de conservación en la zona de la montaña, especialmente en Adjuntas y Utuado, debido a la posibilidad de que ambos pueblos se conviertan en ciudades dormitorio cuando se culmine el proyecto de la carretera Puerto Rico diez en su último tramo entre Adjuntas y Utuado.
De acuerdo a Massol, si no se toman medidas de planificación la zona se enfrenta al modelo que se desarrolla en torno a las carreteras. “ Pensamos que pueda haber un desparrame urbano en Adjuntas como lo que h a ocurrido en Cidra, donde se descargan al mismo lago las descargas de desperdicios. Estamos tratando de ver como podemos controlar ese desparrame. Aquí no hay un plan de ordenamiento territorial. Casa pueblo está impulsando un plan de conservación a través de la Junta de Planes para crear un corredor ecológico que una el Bosque Toro Negro, el Bosque del Pueblo y los Tres Picachos que tome parte de Utuado y Adjuntas. Podremos encontrarnos de la noche a la mañana que las áreas sensitivas se desarrollen en urbanizaciones y ocurran desparramamientos urbanos como el que mencionamos en Cidra. Hoy con los equipos cualquier montaña se torna en lugar urbanizable. Nuestros campos se van a convertir en ciudades dormitorios. Se encuentra en peligro el tejido comunitario que hemos desarrollado por siglos”, concluye el dirigente ambiental.
Otros proyectos ya están en pleno proceso de desarrollo y han comenzado a rendir frutos económicos y sociales para la región. Se trata del turismo ecológico. De acuerdo a Massol “Casa Pueblo desarrolla un plan de visitas de 300 a 400 personas semanalmente. Los visitantes participan de charlas, visitas a cultivos hidropónicos, visitas a los bosques con intérpretes. Esto ayuda a los restaurantes y los hoteles. Contribuimos a la economía. Creemos en un turismo consciente en la protección del ambiente, que sea solidario con nuestros proyectos y respete los valores de la comunidad. Muchos de los que nos visitan se incorporan luego a nuestras luchas y campañas conservacionistas. Es un turismo distinto al turismo enajenado que viene a divertirse que se centra en el condado. Este es un turismo participativo que se hace parte de nuestras luchas,” concluye el dirigente.
La visión del dirigente adjunteño está cifrada en que la autogestión de Casa Pueblo pueda establecerse a pertpetuidad, que no se vea afectada por vaivenes de índole política o económica. Esta visión se centra en el poder del pueblo a través de mecanismos que permitan la participación articulada de amplios sectores comunitarios. A esos efectos nos dice que: “estamos tratando de hacer una comunidad autónoma donde haya una participación de la sociedad civil para construir una comunidad que sea económica, ambiental y culturalmente sustentable donde emerja el poder del pueblo.” Entre los mecanismos que ya se han puesto en marcha están el establecimiento de un Fideicomiso. Sobre el particular nos dice Massol que Casa Pueblo, está preparando con el asesoramiento de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico convertir la Casa Pueblo en un Fideicomiso que garantice que la Casa como tal, las propiedades y proyectos se mantengan fieles a los principios que la crearon y no se puedan disolver y vender. “Estamos en vías de crear un fondo permanente donde el dinero que genere el café Madre Isla vaya a un fondo permanente y donde solo los intereses vengan sustentar la sustentabilidad. Tenemos que tener que balancear el trabajo voluntario con empleos permanentes, sin interrupción. Y que siga siendo de inspiración.”, asegura con su característico entusiasmo, al abundar que los planes para el Fideicomiso ya se encuentran bastante adelantados.
El Ingeniero y dirigente cultural sabe que vivimos en un mundo interdependiente donde no basta proteger el entorno inmediato. Sabe también que el conocimiento es herramienta fundamental para entender el mundo y las relaciones entre sus habitantes. Por eso impulsa el desarrollo de un “domo” o planetario para estudiar el cielo, los planetas, para “mirar al hermano sol y a la hermana luna como decía San Francisco de Asís” y que los niños puedan integrar ese conocimiento a su desarrollo como seres sociales de compromiso con la humanidad.”
En los pasados 25 años Alexis Massol se ha identificado con Casa Pueblo y a Casa Pueblo con Alexis Massol. Aunque ha sido su dirigente más visible en los medios de comunicación nos dice que la organización viene desarrollando un liderato increíble, de mucha gente con devoción, entre ellos su hijo Arturo, que dirige el Instituto de Biodiversidad y que sigue los pasos de su padre. Reconoce que a la buena voluntad y la lucha por el deber es necesaria la inteligencia. Ya Casa Pueblo no es de Adjuntas, es del mundo, pues son muchos que se acercan a trabajar como voluntarios de otras latitudes, mientras tanto su fundador seguirá como obrero y como trabajador. “Moriré con las botas puestas, esa es mi misión, concluye”.

HILACIONES DE SOLEDAD

Entre dos laureles que pujan por otear el viento, tardes soleadas que anuncian casi siempre esplendorosos crepúsculos, libros a diestra y siniestra, papeles a medio terminar, me tumbo en la orilla más íntima del patio a esperar el anochecer, como quien espera un milagro. Cada día es la misma historia: anocheceres vienen y van acariciando los árboles y dejando sus láminas de sombras a la orilla. Me convierto así con el pasar de los años en el inútil cantor de las soledades cultivando memorias que crecen debajo de los árboles como únicas compañeras del destierro. Es para lamentarse, pero, si no hay dolor, si no hay pena, ¿quién es más feliz que este aldeano olvidado a sus propios quehaceres y paradojas, sin títulos, sin dinero? Muchas vidas se han estrellado en el vacío de las esperanzas no conquistadas. Algunos que conocí regresaron echando espumas como sonrisas milagrosas, otros todavía divagan a la intemperie de los caminos gozosos de no terminar nunca su recorrido por el ancho mundo de las ilusiones y los espejismos. Yo me quedé aquí. Permanecí en este pedazo de la tierra olvidada, este rincón sin nombre, también de esperanzas abolidas, pero sobre el cual florecen los árboles que me dan sombra y me protegen. No sé cuánto he perdido por no haberme movido, imagino que mucho. No he salido, pero no crean que me aburro. Cada atardecer, mientras las sombras descienden y se posan en estos rincones que quiero tanto, cuando emergen los grillos, las chicharras y los coquíes, hilo memorias de lo distinto y lo inefable, como si fuera una araña reunida y dispersa por los lugares que nunca visité. No sé si con eso me basta para ser feliz, pero me ha servido para darle sentido a mi inutilidad.

PAISAJE DESDE LA ORILLA

Miro ese río
Evoco el largo puente de la absoluta soledad

Un viaje hacia la nada
Llena la despedida
Mientras los pensamientos se estacionan
Uno tras uno
Heridos
En las aguas estancadas de la orilla
Sin atreverse a desfilar.

A ella

¿Quién relata las rondas del desamor y el tiempo
que nos vence a la orilla del olvido
quién cuenta los minutos, los pasos del desvelo y
la agonía que el recuerdo no puede consolar?

¿quién dice que detrás
de la mirada se esconde
el cazador indefenso, sumergido
en su mar de preguntas sin respuestas?

Tal vez tú no lo sepas
ni yo, que ando volcado de preguntas.

El amor que me vence sin embargo,
que desborda en su andar todas las máscaras
es animal perdido en laberintos
que nadie puede descifrar.

Lo digo porque estoy enamorado
y esto es mucho decir.

PARA UN EPITAFIO

Pronto el olvido
Será una lápida en la luz
Marcada por cuatro palabras
que no pudieron escapar.
Nada dirán de dichas ni de guerras
No medirán el tránsito en la niebla
Ni el salto cotidiano a la alegría.
Serán un simple signo de piedra
Una rotulación de lo imposible
En un mar de vanidad.

SONETO DEL PLAGIADOR

Las fronteras anduve y el reverso
Don Francisco de aquel soneto hiriente
y me sentí tentado a su universo
como un muchacho duro, irreverente.

Trastoqué las palabras como un puente
de osadía a un camino muy disperso
y me encontré situado en la corriente
febril y enloquecida de aquel verso.

Imitador sonámbulo yo estuve
prisionero en los verbos y sostuve
una lucha mortal con la poesía.

Con heridas de loco intransigente
seguí adelante, turbio, impertinente
y la herida que sangra, todavía.

En vigilia

Es viernes y la tarde se deshoja en aguas estancadas. Al otro lado del pantano se inicia un camino que pretende recoger el horizonte. Al lado acá sucumbe la esperanza de la orilla sin naves. Los barcos abandonados siguen, sin hundirse, abriendo rendijas a los viajes de la memoria. En algún momento llegará la noche y todo será igual: una tarde más de esperanzas perdidas y silencios traicionados.

Pequeño club nocturno

Cantó la soledad
Pulsó viejas canciones
Para enhebrar su viaje
Por tristes serenatas compartidas
Que nadie recordó

Falsas canciones de jovito canales

Los periódicos de la época hablaron de muchos asuntos del pueblo.
Las luchas entre republicanos y populares,
Entre independentistas y populares
Los robos de café
Y la inauguración de algunos puentes
Y carreteras que traían acceso a barrios olvidados.

Nada se dice del pequeño club nocturno. Ni una ficha.
Ni una mención en el cúmulo de páginas
Que hicieron la historia oficial del pueblo.

He buscado entre las viejas fotos algún signo
de las noches que hoy se tornan borrosas.
ahora que los sobrevivientes se han ido
a ocupar otras comarcas
Y la música del recuerdo se torna
solitaria acompañante de la mirada.

He buscado entre las sombras
de los viejos aleros
por los rincones
donde los ancianos rumian sus mejores recuerdos
entre las ruinas que proclaman que hubo tiempos mejores.

¿Recuerdan el pequeño club nocturno
donde se bailaba hasta el amanecer
con música de tríos
donde el ritmo
y las canciones de la orquesta de rafael muñoz
marcaban cada hora de la noche

Nadie contesta.

La pregunta se ahonda en el vacío
que el recuerdo escudriña
la memoria cuenta los días que se fueron
y alguien hurga en el tiempo

¿Es sueño o esperanza
que de súbito templa viejas cuerdas?

¿Vieron a Chiquitín Agudo?
¿Recuerdan sus interpretaciones
de viejas guarachas cubanas
sus ojos desbordantes de noches a intemperie?

¿Dónde se ahogó la guitarra de Cico Vera?
¿Por cual orilla del río y hacia qué territorios
se fue la cantante de los ojos de almendra
que vino algunas noches
acompañada de Octavio el correcostas?

El olvido tiene muchas formas de decir las cosas
y ahora es el río, tal vez la única voz persistente
a las orillas del pueblo, quien responde
un murmullo que nadie escucha.

A las ocho y media abrieron las puertas del bar.
Fueron llegando los clientes habituales del Pequeño Night Club
tan pronto se encendió su portal de neón.

Y Chiquitín Agudo salió a mirar la luna
y a fumar sin apuros un Chesterfield aromado.

Luna que se pierde bajo las tinieblas, sonaba el viejo bolero
que servía para afinar la noche salpicada de promesas.

Los nombres del pueblo palpitan entre las cuatro mesas y sus veinticinco sillas
como el repertorio de la mejor conciencia. Se repasan las historias para que todos sepan
que son una misma familia. Don Tercio, el propietario,
ríe con todo el esplendor posible porque anticipa una nueva batalla generosa.

Antes no se bebía vino.
Era raro ver en las mesas copas y botellas de vino, sin embargo el medio litro de ron don q o palo viejo eran acompañantes habituales.

El costo no aumentó durante mucho tiempo.
Tampoco se cobraba la entrada en los bailes que amenizaban los grupos locales.

Y don Tercio siempre estaba contento. A las cuatro de la mañana cuando el último parroquiano apuraba el fondo de su último trago cerraba las puertas y salía en su antiguo Chevrolet oscuro hacia su casa en las afueras.

Esa era la vida.

Así era sábado tras sábado.

Se repetían historias que ningún cronista mencionó.
A lo mejor historias apócrifas pero que recordamos como verdaderas.
Ahora lo único que nos queda es el río
el pequeño río cuyo territorio han querido usurpar
Pero que todavía canta
y dice versos que nadie recuerda
En un lenguaje que nadie escucha.
Un río que ahora no es un río.

Por que todos se han ido como se han ido sus recuerdos
y a lo mejor resulta que el pequeño club nocturno es una fantasía
de cómo queremos que hubiera sido el pasado
antes que todo comenzara a derrumbarse
y cuando las canciones se convirtieron en plegarias
y la música se fue por caminos
que nadie se atrevió a recorrer.

Memorias y canciones vuelven de las cenizas y pasan por nuestro lado como fantasmas.
El pequeño club nocturno murió para siempre. Para siempre.

Se lo llevaron Chiquitín Agudo, el último músico de diez pesos la noche,
Y don Juan Tristeza que más abajo en su bar de una sola puerta dilataba las mejores noches de algunos parroquianos, o más abajo todavía donde Tato el Corso pulsaba impredecible los mejores tangos.
Se lo llevaron Efraín de Jesús, ingeniero, poeta y bohemio, con su melódica cajita de fósforos y papito cordero, el último bolerista del pueblo

¿Recuerda usted el pequeño club nocturno,
a dónde fueron a parar la guitarra deChiquitín y el violín de Lausell,
a dónde aquellas mujeres tan fuertes y gozosas para el tiempo del amor,
quien deshizo la eternidad de aquel tiempo impulsado por tristes serenatas compartidas?

Bajo las ruinas de la memoria pasa el río atravesado de silencios y fantasmas que huyen y la noche, que ha sido espléndido solar de los recuerdos, transita por otros lugares, fijando espacios nuevos.

El bar ha cerrado sus puertas. Se apaga el neón.
Bajo los aleros humedecidos por la madrugada surge otro tiempo que trepida sobre las viejas osadías.

La noche se deshace en plena ebullición de sombra y humedad. Vendrán días rodando como espejos por la historia marchitada,
y doblar la próxima esquina, todavía la voz alcoholada de Chiquitín Agudo rasgará el último tema de la memoria que se niega a morir.

“Sin ti la vida es nada, las horas son tormentos...”

18 de marzo de 2004

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Breve de amor

- Quiero que la historia termine aquí, dijo la mujer mientras se desvestía con la certeza de una noche de placer.
- Hay mucha literatura mala en la cama, concluyó al deslizarse
bajo las sábanas. El escritor estaba como ausente, divisando palomas que salían de los pechos de la mujer y se multiplicaban en los espejos de la habitación.

Tránsito bajo la lluvia

Se disipa el andén del hombre solo.

El tiempo viene con su interlocución de lobo hambriento
A darme la muerte por palabra a celebrar su destrucción en las raíces de mis penas y mis alegrías.

Aúllo por la noche el sentimiento de desolación mientras miro hacia el fondo de aquella incertidumbre que nace del pasado. Un pasado que atraviesa como un plasma febril la imagen dislocada de mi piel.

En las arenas de una playa que la luna ensombrece encontré la frontera. Anduve horas por los contornos de mi ansiedad – animal sin rendirse bebiendo de su sed un mar inmenso.

Los hombres me miraron con deseos de muerte con escondido asombro y asco me miraron.
Y yo miré sus ruinas como las sombras de mi ayer sin gozo, como invocada podredumbre, como locura deseada.

Yo sentí en mi voz callada sus deseos.

Después que partieron todos los habitantes de aquella orilla la noche volvió a ser mi centro
y mi voluntad.

Miré hacia adentro, hacia el vórtice donde moría mi última hilacha de hermandad. El lobo volvió a aullar, a tenderse en la noche, poblando su soledad de lamentos y deseos.

El susurro de mi palabra calló en sus sed, se hizo cenizas en la noche, se dispersó hacia la nada. El ángel imposible ya no tuvo piedad de su futuro y taladró la noche como si atravesara su propia sombra camino al porvenir.

Angel Maldonado

Perdón, por los libros que no escribí

Hace unos cuantos años, mi amigo, el poeta Guillermo Gutiérrez, me dijo que yo era muy hábil lanzando títulos de libros que nunca se constituían en obras. De ese juicio han pasado más de dos décadas en las que los títulos de nuevos libros han flotado como ocasionales satélites por las esferas de las bohemias con los pocos amigos literarios que, a pesar de las falsas profecías, todavía persisten en escuchar con aliento y devoción la llegada de mi futuras obras literarias.

De esta manera nació hace tres décadas el título Canción como alarma, que anunciaba un libro de poemas comprometidos y cuyo compromiso fue a parar al fondo de los más oscuros zafacones de la memoria. Unos años después lo fue el fallido libro Fósiles que quedó, en eso mismo, alimentando la soledad de algunos de los rincones de las casas donde he vivido el basurero municipal. Le siguió Breves Ocasos y Profecías. La profecía fue tan breve que no llegó a conjugarse. Todavía me pregunto qué desencanto hizo que tal título convertido en libro siguiera la ruta de los anteriores.

En el interim Memorial de otro tiempo se salvó, como testimonio de papel, gracias a la gestión del poeta y pintor Ernesto Álvarez, que lo incluyó en una revista académica publicada en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Posteriormente el poeta Reynaldo Marcos Padua lo insertó en la Internet y por ahí sobrevive, como tumba sin consagrar en los cementerios de la poética virtual y la de papel.

El amor no escapó a esos vaivenes de los títulos sin libros. La musa del ocaso es un libro dedicado a una mujer que nunca tuve, por abismal y pasajera. Cierta cursilería de amante desenfocado deshizo el libro antes de que viera, gracias a Dios, cualquier rincón de la pública luz. Hoy es eso, sólo el recuerdo de un título.

La retórica de la vida cotidiana nos hace duchos en saberes que terminan en nosotros mismos. A veces, un poco de esfuerzo convierte los despojos de nuestros amores y desamores en testimonios que nuestra vanidad hace ver como obras. Otras veces adquirimos unas destrezas que aún con sus más sonadas limitaciones, nos permiten hacer cosas algo diferentes, nos ayudan a salir de lo trillado. Furores que se deshacen. Otras veces roturas existenciales nos hacen poner a un lado los proyectos de libros e ir por los prosaicos senderos del vivir.

Por eso no es de extrañar que a pesar de haberlo anunciado hace mucho tiempo, tal vez diez años, todavía no hayan salido mis libros Aguacero y Vivir, el falso imaginario. El primero de estos, un decimario, es esperado con ansiedad por Guillermo Gutiérrez. Del segundo, un libro en prosa, debo una copia al amigo Armando Moyano, que me escribió solicitándolo hace varios años desde Alicante, España y más recientemente, desde la Gran Canaria. Me gustaría complacer a ambos por complacerme a mí mismo. Aunque los títulos nunca salgan, el sabor que les dio vida, llegará de algunas formas a sus manos.

Matar el cabro y otros cuentos es un ejercicio de prosa. Este libro pudo salvarse pues existe como desgajado cúmulo de silencio en la notaría de mi amigo Luis Alberto Torres, que una noche de borrachera adquirió sus derechos de publicación, así como los derechos de las traducciones a todos los idiomas modernos, incluyendo el Mandarín, el vietamita, etc., etc. De darse las borrachas profecías de editor y autor, no hay duda de que será un éxito literario.

Pasan los años y el placer de fundar títulos e imaginar libros se ha convertido en una pasión, en un vicio del que no se puede tener vuelta atrás. Por lo menos, como diría Guillermo Gutiérrez, he sido un buen creador de títulos, aunque los libros sean la esperanza, la fruta apetecida al otro lado del camino o la revelación que me habrá de llegar algún día.

Angel Maldonado

Terrorismo arma que nos hiere a todos

Escribo indignado, desde la paz de las colinas de la isla de Puerto Rico luego de haber visto las imágenes que nos trajo CNN y lo que he podido leer en algunos portales españoles. Resulta increíble ver hasta dónde es capaz de llegar el hombre, sin duda el peor de los animales, cuando lo animan los ciegos afanes de las ideologías. Volvemos a ver un capítulo más de los que se vivieron en New York el ll de septiembre y los que han vivido otras sociedades. ¿Hacia dónde camina el mundo? ¿Podremos pensar acaso en las posibilidades de una paz, si no duradera, cimentada en el entendimiento que el prójimo somos nosotros mismos? Los atentados de Madrid ponen en duda muchas cosas, inclusive la ineficiencia de los estados para atender la seuguridad del pueblo, algo que se presenta en todas latitudes del mundo con mayor o menor grado. No hay que desariar al intelecto para entender que el pueblo español ha sufrido en carne propia su mayor dolor en este día, pero que todos los que creemos en la paz, en el entendimiento, en la hermandad, especialmente aquellos que solo contamos con unas pocas palabras para hacernos entender, hemos perdido algo de nosotros, algo que ni siquiera nuestras condolencias pueden reparar. Angel Maldonado

Soneto Barroco

SONETO BARROCO
Doméstico y feliz. He recorrido
los espacios secretos de esta casa
en cuyo laberinto se desplaza
el alma en la fortuna de haber sido
habitante de un mundo dividido:
Una porción de luz que se desplaza
como insomne fantasma y esta crasa
cosa que soy, un hombre detenido.
La lucha es la vivencia, lo que sobra
de la existencia que se torna en obra
Sombra de sombra que a la luz emplaza.
Me miro en el montaje del destino
que invento cada día, peregrino
soy, pasajero en esta casa.

Angel Maldonado

LA VIGENCIA DEL MICRORELATO

Por Angel Maldonado Acevedo

Cuento breve, minicuento, mini relato, relato pigmeo, cuento brevísimo, son varios términos para definir lo que es un género que ha cautivado a notables sectores de la narrativa hispanoamericana contemporánea.
En el mundo de la literatura siempre ha habido una buena disposición hacia lo breve. En la poesía tenemos el soneto, el madrigal y el haiku. En la prosa de reflexión el aforismo y la fábula. Estos géneros, aunque breves, se caracterizan por el rigor del discurso y por una doble cualidad de precisión y a la vez de múltiples sugerencias de significados. Detrás de la aparente sencillez existe un profundo pensamiento.
En la literatura española escritores como Ramón Gómez de la Serna fue un artífice consumado de la brevedad. Mientras que Jorge Luis Borges llevó el texto breve a una insospechable altura literaria. Ramón Gómez de la Serna escribió sus greguerías que no son otra cosa que ensayos de una intensidad antes insospechada. Los textos de Borges han contribuido a fundar la literatura contemporánea de Hispanoamerica. El argentino universal contribuyó a la popularidad del género en sus memorables Cuentos Breves y Extraordinarios.
Igualmente podemos decir de los textos de los argentinos Enrique Anderson Imbert y Marco Denevi y del mexicano Juan José Arreola. En Puerto Rico hay dos casos extraordinarios de autores que en ocasiones escogieron el mini cuento como expresión literaria. Estos son José Luis González y Pedro Juan Soto.
Ya en el Siglo de Oro nos decía Gracián que lo breve si breve, dos veces bueno. En los tiempos de la aceleración que vivimos, para citar al filósofo de las comunicaciones Paul Virilo, cobra sobrada vigencia esa expresión.
Para los lectores que sienten curiosidad literaria, pero aborrecen o se duermen ante los largos textos, el minicuento ha venido a ser una salvación. El mini relato es una lectura propia para trenes, para aviones, salas de espera y esos otros lugares de la vida cotidiana donde la espera y la impaciencia se hacen nuestras aliadas. Para los escritores impacientes, y los vagos, el minicuento ha venido a ser una empresa de lo posible. La brevedad obliga a la profundidad por aquello de no hacer quedar mal al célebre Baltazar Gracián.
El minicuento ha tomado un considerable auge recientemente. Una figura emblemática lo es el escritor guatemalteco Augusto Monterroso. Se dice, aunque estoy por confirmarlo, que es el autor del cuento más breve que se ha escrito en la historia. El famoso Dinosaurio.

Cuando despertó todavía el dinosaurio estaba allí.

La fama de este cuento se debe a un comentario de Italo Calvino escrito en su famoso ensayo Seis propuestas para el próximo milenio. Cuento breve, escrito en una sola frase sobre la cual se monta un discurso concentrado, pero también abarcador.
Lo cierto es que el minicuento ocupa cada día el interés de un número mayor de escritores y lectores. Las revistas y lugares literarios cibernéticos han impulsado esa popularidad.
Tal parece que el relato breve llegó para quedarse en la era de la rapidez y de la liviandad para volver a citar a Virilo y a Italo Calvino. El mini cuento se apoya y se sustenta, por lo tanto, en las características fundamentales de nuestra era que son la concentración y la velocidad. Se ajusta a espacios de tiempos múltiples, alterando la linealidad narrativa tradicional. Su espacio narrativo arranca atisbos a la nada, casi para crear un mundo en el vacío.
Pero no ha sido tan fácil. La brevedad del género brevedad requiere unas exigencias estilísticas y de discurso que se acomoden a los propios reclamos de esa narrativa. La dificultad se acentúa en la medida en que el minirelato se fabrica en los linderos del ensayo breve, del poema breve, del chiste, de la anécdota trivial, del sketch cómico televisivo y hasta del comic. Tenemos que saber distinguir entre un mini relato y un mini ensayo.
De manera que no es sólo la brevedad y el tiempo requerido para la lectura en caso del lector y la escritura en caso del autor. Se trata de ser breve pero ser certero, profundo, de recoger en un vocabulario limitado, el transcurso de un tiempo en el que se suceden los eventos que se narran. Se trata de elaborar sugerencias, transiciones, evocaciones, mundos reales o soñados en el espacio de unas cuantas oraciones. Cuando se tienen todas las páginas posibles no hay problema, pero cuando las exigencias estéticas y estilísticas del género reclaman espacios reducidos para tanta creación la situación se le pone difícil al escritor.
Como dice Enrique Anderson Imbert "la brevedad del cuento tiene la virtud de ceñirse a los impulsos cortos de la vida". Los asuntos verdaderamente memorables ocurren en un instante: un beso, una mirada, un accidente, un grito de espanto, el recibimiento de un premio, el paso de un ave, la visión del atardecer, todas son experiencias momentáneas, que se nos graban en la memoria. También otros impulsos negativos, como los actos de violencia personal, etc., etc.
Según David Lagmanovich las caracaterísticas del micro relato son las siguientes:
Es irrelevante su relación con el mundo natural, pero obligatoria su vinculación con la naturaleza humana . (La fantasía, la imaginación, pero en el fondo hay un referente a la condición del ser humano). Enfoca un evento o incidente individual, o sea, no es una generalización. (Siempre hay un actor personal aunque se exploren dimensiones abarcadoras. Vean el ejemplo en el caso del cuento de Monterroso que acabamos de citar). Marca el paso del tiempo sobre todo a través de formas verbales y adverbiales y la distancia entre el tiempo interno de la narración y el de la producción y lectura del texto, evitando así los rasgos de intemporalidad. (¿Cuándo y dónde ocurre el cuento de Monterroso? ¿Quién es el protagonista o actor principal del cuento? ¿Qué experiencia humana se deriba del cuento de Monterroso? ¿Qué formas verbales se utilizan para marcar el paso del tiempo? Podría definir el evento central del cuento? ¿Cómo distinguiríamos un mini cuento de un mini ensayo?

He aquí un ejemplo de mi propia creación:

En el parking lot no pasa nada. Los automóviles van saliendo de sus respectivos espacios demarcados con tinta amarilla en riguroso orden. En la casilla se ilumina una bombilla roja cada vez que el brazo del robot oprime el botón. Al otro lado de la calle, en un cubículo que semeja una estación de pasajeros, los conductores esperan para reiniciar el viaje de regreso a sus hogares.

Este podría calificarse como un minicuento postmoderno. No hay un actor, sino un grupo de personas que esperan a que sus autos salgan del estacionamiento. La pasividad del actor humano como espectador, dejando el espacio a la máquina automatizada habla con claridad de la condición de los espacios enajenados de la experiencia. Podemos referir las preguntas sobre el cuento anterior a esta pieza.

Todos los mencionados son elementos que debería considerar todo lector que se asoma a la obra brevísima desde la óptica de fácilmente asimilable. Asumir la lectura seria del minicuento conlleva aprehender un discurso cuyos deslindes se escapan en la miniatura. Como ocurre en la realidad física, la óptica de lo pequeño, requiere de un lente más poderoso. Su brevedad no niega, ni la vastedad ni la multiplicidad de sus sugerencias. Es un género que aunque breve, nos permite más de una lectura y en cada una de ellas podremos descubrir mundos nuevosnull

Homenaje a Julio Cortázar

Soy la silueta del fragmento
De alguna historia ya olvidada
La media página guardada
En el cenit del aposento.

O soy la hoja que algún viento
Dejó en la calle sepultada
Puro celaje hacia la nada
En el olvido de algún cuento

Todo me arrastra hacia el instante
Donde la lámpara flamante
Permite el acto y su influencia

A una palabra que transita
Por el ocaso hacia una cita
Con el misterio y con su ciencia.

Ángel Maldonado